Hola, Jani!
¿Qué cosas puedo contarte en una carta?
Apenas se me ocurre nada, o sea que esto es un principio de carta algo deprimente. Cambiemos.
Estoy en mi habitación escribiendo lo que tú lees ahora, aunque parezca chocante, anacrónico, raro; y desde aquí sentado, frente a la mesita de noche, puedo ver el patio interior al que da la ventana.
Se oye ruido de cacharros, alguna voz suelta, un grifo que chorrea, ... y de vez en cuando un coche baja por la avenida; rápido, casi fugaz.
 Entra suficiente luz como para ver lo que estoy escribiendo, aunque desde antes tengo esta lámpara de la mesa encendida.
Alguien remueve un agua en un cubo y friega. Yo alguna vez me estiro por los suelos y friego también. Me gusta. Son trabajos considerados humillantes, agotadores, desagradables, como lavar los platos. También me entretiene. ¿estoy loco?¿soy imbécil?
No te preocupes, no lo hago a menudo; sólo de vez en cuando.
 Recuerdo que un día, en plan sorpresa, decidí llegarme hasta tu casa por la mañana y despertarte. Estuve llamando al timbre un rato y ya eran sobre las once quizás.
Apareció alguien en la puerta. Tu hermana. Debió maldecirme infinitamente porque iba en pijama y dormía hasta ese momento -se le notaba en la cara-. Y no estabas.
Aquí termina esta carta. Esperaré junto al buzón tu respuesta.
viernes, 19 de enero de 2007
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