15 de junio de 1985.
Un poco hundido, y es sábado.Personalmente.
Es un encanto en una esquina, un pequeño privilegio por encima de las hileras de coches; un mirador que no tiene horizonte: calle de Escipión,235-185 Procònsol Romà.
Veo jardines y árboles que cuelgan de terrazas, y azoteas reverdecidas. Allá, un íntimo bosque tropical, un poco más abajo unas ramas de eucaliptos reducidos; más lejos, enredaderas creadoras de sombras que se encaraman a las paredes y las rejas. En una ventana descansa una lavadora, y sobre los tejados crecen las antenas. ¿Ya miras la tele?
Estudio con poca luz, y mi madre dice que se va a marchar pronto.
Ha pasado tres veces un murciélago ante mi ventana, y tres veces ha vuelto. Me hace dudar del eterno número par.
Pero no me lo tengas en cuenta; soy como una estatua de piedra que habla y que miente; que escucha y que reza.
He contado mil historias y cada vez las vuelvo a olvidar, y he de inventar otras nuevas con sus felices finales.
-Quiero comer fuera mañana, o salir esta noche a cenar... 
Hoy estuve en la playa con mi amigo Carlos. Es alto, guapo, rubio y con ojos azules. ¡Y se parece a Superman! No sé por qué te lo cuento, pero es que llama la atención.
...Ahora llega mi hermana. 
Ahora llama por teléfono; siempre lo hace. Hoy se ha comprado el periódico, y nunca lo compra. Pero se quedó sin cambio para el autobús.
Si me pasase a mí, me compraría un disco, un bolígrafo. 
lunes, 5 de febrero de 2007
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