
Es sábado por la tarde, sí; igual que muchas otras veces, y no tengo nada que hacer. Nada en especial, claro. Ni siquiera he pensado en llamar a nadie para salir. Nunca sé lo que voy a hacer los sábados; dejo que lleguen con su contenido cerrado. Va a ser cosa de la humedad; te aplasta mientras el sol se va. Apenas se nota hasta que estás embotado en ella.
Ese sol, el de los domingos aburridos, se sonrosa y se colorean también las nubes de su tono. El cielo se aclara, se difumina. Son esos malditos tonos pastel.
Me puedo pasar la vida así, sábado tras sábado, sin dejar de buscar mi propio consuelo.
Puedo esperar que llegue un día diferente, o cambiarlo yo mismo. Quizás tomar un tren sin rumbo y dormir en una litera hasta llegar a ninguna parte. Perderme por caminos polvorientos, saborear el frescor de las ramblas arboladas, respirar recodos de perdidos estíos.
El recuerdo de Brideshead no me abandona.
-¿Qué ocurrirá si me aventuro hasta allá para encontrarme con el pasado?; ¿lo hallaré todo como cuando nos marchamos?. ¿Lloraría al no ver a mis amigos? Tal vez tampoco sintiera nada.
El hombre, nuestro ser humano, se ha acostumbrado a ver, padecer, a ser feliz de extraños modos; sin tener sentimiento alguno. ¿Es que la sangre ya no corre por nuestras venas?
El tiempo está en mis manos y yo lo voy gastando porque no sé si voy a morir mañana, porque no me da la gana de estar siempre haciendo algo pese a que mi yo interior lo pida.
Tardes de lluvia, de sol, cientos de tardes desperdiciadas; siento dolor y amargura al pensarlo. Verguenza, impotencia. Imagino así el éxito o la felicidad, y me veo tan distante de ello...!
Siempre me he creido un ser privilegiado. Ahora no sé por qué. Ese debe ser mi problema, quizás porque nadie es tan especial en el fondo.
Las personas constantemente se engañan, todos deseamos cosas diferentes y hemos de sortear voluntades, intereses. Cada cual hace lo que quiere, no importa quién lo impida cuando realmente se quiere algo. Todos podemos sufrir, yo mismo he sufrido por cosas así, por cosas parecidas.. ¿no crees que ya es suficiente...?
Ese sol, el de los domingos aburridos, se sonrosa y se colorean también las nubes de su tono. El cielo se aclara, se difumina. Son esos malditos tonos pastel.
Me puedo pasar la vida así, sábado tras sábado, sin dejar de buscar mi propio consuelo.
Puedo esperar que llegue un día diferente, o cambiarlo yo mismo. Quizás tomar un tren sin rumbo y dormir en una litera hasta llegar a ninguna parte. Perderme por caminos polvorientos, saborear el frescor de las ramblas arboladas, respirar recodos de perdidos estíos.
El recuerdo de Brideshead no me abandona.
-¿Qué ocurrirá si me aventuro hasta allá para encontrarme con el pasado?; ¿lo hallaré todo como cuando nos marchamos?. ¿Lloraría al no ver a mis amigos? Tal vez tampoco sintiera nada.
El hombre, nuestro ser humano, se ha acostumbrado a ver, padecer, a ser feliz de extraños modos; sin tener sentimiento alguno. ¿Es que la sangre ya no corre por nuestras venas?
El tiempo está en mis manos y yo lo voy gastando porque no sé si voy a morir mañana, porque no me da la gana de estar siempre haciendo algo pese a que mi yo interior lo pida.
Tardes de lluvia, de sol, cientos de tardes desperdiciadas; siento dolor y amargura al pensarlo. Verguenza, impotencia. Imagino así el éxito o la felicidad, y me veo tan distante de ello...!
Siempre me he creido un ser privilegiado. Ahora no sé por qué. Ese debe ser mi problema, quizás porque nadie es tan especial en el fondo.
Las personas constantemente se engañan, todos deseamos cosas diferentes y hemos de sortear voluntades, intereses. Cada cual hace lo que quiere, no importa quién lo impida cuando realmente se quiere algo. Todos podemos sufrir, yo mismo he sufrido por cosas así, por cosas parecidas.. ¿no crees que ya es suficiente...?
 
 
 
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