sábado, 13 de enero de 2007

MADRID 06 mayo

Hola, Arancha!

Hace algo así como tres horas que ha empezado a ser domingo. Suele pasar cada semana al acabar los sábados.Esto es poco importante, no?
Te dije algo antes de venirme. Y es verdad. Te echo de menos -qué grave!-. Aquí no he conocido a nadie que se llame como tú. Es preocupante.

Bueno bueno, tu sabes que empiezo a estar loco.
Hace un rato escuchaba "Vamos a la Playa", de los Hermanos Righeira, y pensaba -prodigioso!- en cosas como tomar el sol, bañarse en el agua salada del mediterráneo, tan hermoso, tan lleno de potingues y residuos de bronceadores. No sé, se me antojaba todo tan original, tan innovador.
Imaginaba gente que de tanto que se divertía estaba a punto de comer en sus propios fregaderos, y cosas por el estilo.

Si ahora me levantase de esta cama donde descanso (je,je) y observase el inútil panorama que desde aquí apenas puede verse, quizás alcanzaría a distinguir los contornos de los cuerpos de las estudiantes de ciencias paranormales que deambulan buscando siniestros vendedores de cupones de la once.

22ma. A menudo me pregunto si por fin llegó a ti la carta de Semana Santa.
El cosmos etéreo se esconde a mi vista sin llegar a amanecer; esboza su sonrisa naranja a lo ancho del horizonte.

Yo, que suelo descansar en mi catre hasta más tarde, con el sol inundando todo, brillante y cálido, no puedo sino detenerme unos instantes abstraido, atontado también frente a una ventana trasnochada.

Eso es todo y eso es nada.
Sucede así cada día, después de cualquier noche; después o antes de visitar un cementerio donde los muertos sonríen de medio lado junto a sus tumbas. Siempre va a pasar lo mismo; cada noche sale el sol para unos pocos.

Pd. Puedes escribirme cualquier día. Sin motivo

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