miércoles, 21 de febrero de 2007

marzo de 1994

Te escribo esta carta para que la leas cuando esté en la guerra. No importa si he vuelto o no. Siempre seré yo quien estará debajo de estas letras, bajo cada trazo. Y no llores. O sí. Llora si lo prefieres.
Celebramos una fiesta griega en tu casa de la playa.
Nosotros con camisas blancas, los puños sueltos, el cuello abierto. Ellas en sus túnicas vaporosas, y el cabello ensortijado.
Preparaste sirtaki mientras bebíamos cerveza descalzos.
El mundo, aún llevando tantos años en él, sigue siendo independiente de lo que hagamos, sigue rodando, rodándonos, dándonos brea.
Besos para ti y quien lo lea, para quienes me amaron sin saberlo, sin decirlo yo.
Hay cosas que nunca se olvidan.

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