martes, 22 de julio de 2008

EL TÒFOL, EL PETIT.

El verano tiene esa sensación librepensante de que "todo vale".
Prácticamente nada está prohibido; vamos sin ropa por casa, con lo justo por la calle, por la playa..

Cualquier momento es válido para lanzarse a una nueva aventura, a un viaje, a un experimento, a cualquier novedad casi.
Bebes cerveza en una terracita, o un martini, o vermut de la casa en un bar de la calle.
Pedimos unos berberechos, o unas anchoas; aceitunas negras con aliño picantito. O unos caracoles con su caldito, o unas bravas.
E igual que llegas, te vas. A otro sitio, con igual fe de seguir a gusto callejeando.
Sin correr por llegar tarde.

Encontraremos amiguetes y conocidos por el pueblo -también si nos quedamos en BCN.
Saludarse entonces se torna más en complicidad que en afecto verdadero, pero está bien así.
No pedimos más, no queremos más.
Alguien aparece con un plan no establecido y nos vamos montaña arriba todos juntos.
Y merendamos pan y chocolate, o lo que haya caido antes de partir. Vamos hacia la fuente, a pasar el rato, a recordar nuestras adolescencias y sonreir por lo pasado, por lo bien que nos sentimos tantos años más tarde.

1 comentario:

Bavarovich dijo...

Eso es lo bueno del verano: La libertad.
Aqui se siente tan rico, porque estas todo el dia en la playa, vas a tu casa, te duchas, te pones de acuerdo con amigos y vuelves a salir :D.


Genial.
Aunque el lujo de salir cuando quiera ya no me lo puedo dar, pero el verano siempre significara LIBERTAD.

Saludos :)