Volver a Ribas después de tantos meses ha supuesto nostalgia, sorpresa, desencanto.
Hay que abrir los grifos, enroscar las bombillas y barrer el suelo de la entrada. Está lleno de insectos resecos y pequeños.
La yerba ha crecido tanto de la cancela adentro, que llega por la cintura.
La carretera está siendo asfaltada de nuevo y parece más ancha.
En pocos días nos habremos aclimatado de nuevo. O antes. Pero hay que pasar por ese momento en el que dudas si te conoces a ti mismo.
lunes, 5 de febrero de 2007
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