
Hola
Un ser de un metro 69 más o menos (Dios quiera que haya crecido cuando te llegue esta carta) y unos 64kgs, con perspectivas de afofamiento si no practica algún deporte, te saluda.
Me dice el ser que me convendría meterme en cama, pero yo le digo que, aunque sean las 11 y media de la nuit, no voy a hacerlo, porque mañana puedo dormir hasta un poco tarde y quiero ahora hacer lo que estoy haciendo.
La inutilidad de mi cuerpo me asombra a veces; otras, su fortaleza y habilidad me dejan perplejo, orgulloso ante lo insospechado.
Y recuerdo tiempos y lugares en que, en épocas muy anteriores a ésta, hombres como puedo serlo yo -o tú mismo- realizaban magnas proezas sin considerarlas apenas algo trivial, banal, simple.
Y pienso entonces: "oh, los antiguos!"
Vienen a mi cabeza hechos contradictorios, opuestos a estos, y decido borrar todo y vivir y ser más que todos ellos y en una dimensión más que a la que ellos tuvieron acceso.
Una cuarta dimensión en la que me pierdo y me confundo, naufragando al llegar a un momento en el que no sé si soy yo realmente el que hace lo que creo estar haciendo, lo que siento, lo que veo y pienso, o si es un ente lleno de vitalidad y potencias el que me mueve en mí mismo.
Profundizando en esta cuarta Dimensión, (que no tiene nada que ver con Imagination -new dimension- porque ellos son unos horteras irredentos), me estrello finalmente en los abismos memorísticos (en lo hondo)que surcaron mi vida durante un verano de 1.982.
Mi mente se evadió más allá de lo cierto y lo incierto, buscando aquello que una vez conocí pero que no recuerdo.
Fueron cuatro días -de inconsciencia según los doctores- en los que pude conocer la Realidad; en los que -¡tal vez!- estuve en posesión de la Verdad Infinitesimal. ¡Oh, cielos!
Y no recuerdo nada.
El azul del mar inunda mis ojos
el aroma de las flores me envuelve;
contra las rocas se estrellan mis enojos
y así toda esperanza me devuelve
Malos tiempos para la lírica
Tan sólo eso; y un estéril sueño de volver y de llegar más lejos en las inmensidades brutales del no tiempo, del no ser
-Suena música clásica en un pequeño radiodespertador de dígitos rojos. Casi ni la escucho.
La puerta del espejo del armario está abierta, como de costumbre, reflejando la poca luz blanca que se esparce por el cuarto.
Como dice Ignacio: "reina un desorden ordenado" en los lugares clave, como la estantería repleta de libros y objetos, y el tocadiscos, cubierto de folios escritos y papeles desperdigados.
Hay ropa sucia por el suelo y la cama está sin hacer, chafada de la noche anterior, deshecha.
-al fin, el aderezo de la habitación sigue igual. Yo sigo también sentado con una pierna cruzada sobre la otra e inclinado sobre una mesita de noche.
Ya no es ópera lo que escucho; son unas piezas poco conocidas de Brahms, de cierto tono barroco.
Un abrazo, Ciril! (say Hello to Mary)
En Barcelona, el 21 de febrero de 1.984. Dicen que es el año de Orwell. Bien, ¿y qué?
Un ser de un metro 69 más o menos (Dios quiera que haya crecido cuando te llegue esta carta) y unos 64kgs, con perspectivas de afofamiento si no practica algún deporte, te saluda.
Me dice el ser que me convendría meterme en cama, pero yo le digo que, aunque sean las 11 y media de la nuit, no voy a hacerlo, porque mañana puedo dormir hasta un poco tarde y quiero ahora hacer lo que estoy haciendo.
La inutilidad de mi cuerpo me asombra a veces; otras, su fortaleza y habilidad me dejan perplejo, orgulloso ante lo insospechado.
Y recuerdo tiempos y lugares en que, en épocas muy anteriores a ésta, hombres como puedo serlo yo -o tú mismo- realizaban magnas proezas sin considerarlas apenas algo trivial, banal, simple.
Y pienso entonces: "oh, los antiguos!"
Vienen a mi cabeza hechos contradictorios, opuestos a estos, y decido borrar todo y vivir y ser más que todos ellos y en una dimensión más que a la que ellos tuvieron acceso.
Una cuarta dimensión en la que me pierdo y me confundo, naufragando al llegar a un momento en el que no sé si soy yo realmente el que hace lo que creo estar haciendo, lo que siento, lo que veo y pienso, o si es un ente lleno de vitalidad y potencias el que me mueve en mí mismo.
Profundizando en esta cuarta Dimensión, (que no tiene nada que ver con Imagination -new dimension- porque ellos son unos horteras irredentos), me estrello finalmente en los abismos memorísticos (en lo hondo)que surcaron mi vida durante un verano de 1.982.
Mi mente se evadió más allá de lo cierto y lo incierto, buscando aquello que una vez conocí pero que no recuerdo.
Fueron cuatro días -de inconsciencia según los doctores- en los que pude conocer la Realidad; en los que -¡tal vez!- estuve en posesión de la Verdad Infinitesimal. ¡Oh, cielos!
Y no recuerdo nada.
El azul del mar inunda mis ojos
el aroma de las flores me envuelve;
contra las rocas se estrellan mis enojos
y así toda esperanza me devuelve
Malos tiempos para la lírica
Tan sólo eso; y un estéril sueño de volver y de llegar más lejos en las inmensidades brutales del no tiempo, del no ser
-Suena música clásica en un pequeño radiodespertador de dígitos rojos. Casi ni la escucho.
La puerta del espejo del armario está abierta, como de costumbre, reflejando la poca luz blanca que se esparce por el cuarto.
Como dice Ignacio: "reina un desorden ordenado" en los lugares clave, como la estantería repleta de libros y objetos, y el tocadiscos, cubierto de folios escritos y papeles desperdigados.
Hay ropa sucia por el suelo y la cama está sin hacer, chafada de la noche anterior, deshecha.
-al fin, el aderezo de la habitación sigue igual. Yo sigo también sentado con una pierna cruzada sobre la otra e inclinado sobre una mesita de noche.
Ya no es ópera lo que escucho; son unas piezas poco conocidas de Brahms, de cierto tono barroco.
Un abrazo, Ciril! (say Hello to Mary)
En Barcelona, el 21 de febrero de 1.984. Dicen que es el año de Orwell. Bien, ¿y qué?
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